Esto empezó aquí
Y siguió aquí
El quid de la cuestión
Y como le venía diciendo en el otro lado de la cinta, señor periodista, tuve que recurrir a mis dotes de vidente para resolver el asuntito ese. El del karma que me impedía cobrar por mis servicios. ¿Está seguro que no quiere tomar unos mates?. Está bien, disculpe si ando un poco dispersa hoy, es que cuando pienso que mis memorias van a salir publicadas me agarra una emoción que ni le cuento. ¿En que estábamos? Creo que me saltee algo, no me ponga esa cara de aburrido, querido, que esto nos va a dejar un buen pedazo a todos, eh?
Y siguió aquí
El quid de la cuestión
Y como le venía diciendo en el otro lado de la cinta, señor periodista, tuve que recurrir a mis dotes de vidente para resolver el asuntito ese. El del karma que me impedía cobrar por mis servicios. ¿Está seguro que no quiere tomar unos mates?. Está bien, disculpe si ando un poco dispersa hoy, es que cuando pienso que mis memorias van a salir publicadas me agarra una emoción que ni le cuento. ¿En que estábamos? Creo que me saltee algo, no me ponga esa cara de aburrido, querido, que esto nos va a dejar un buen pedazo a todos, eh?
Con el cuento de que yo tenía el don de la sanación me vendió el curso de flores de Bach, de Reiki, de gemoterapia, de masaje Shiatsu, de elixires del Cairo y otros más que no me acuerdo. Me animé a preguntarle por qué si yo tenía el don de la sanación era necesario aprender todas esas cosas y la respuesta que me mandó por mail ocupaba diez hojas doble cara y por no leerlas todas le dije que sí.
-“El tarot es el letrero del negocio-me decía-, una vez que los gi….digo los clientes están adentro, les tenés que ofrecer algo para que sigan viniendo. Ese algo es lo que completa el todo integrado y con ese todo te armás un centro holístico de puta madre.”
Bueno, lo de puta madre lo agregué yo porque ella era más fina para hablar. Te armaba un verso hermoso con el palabrerío esotérico.
El caso es que en parte tenía razón, la gente entraba por el tarot pero no venía buscando una guía para resolver por sí mismos sus asuntos, sino buscando que un milagro o un golpe de suerte se los resolviera por ellos. Y es lógico, porque es eso lo que los tarotistas truchos les hacen creer, bastardeando el uso de una herramienta fenomenal para aplicar en el autoconocimiento y la evolución de la persona. Che, me gustó mucho como me salió esa parte, ponelo textual.
Pero todo eso en ese momento a mí me importaba muy poco, ya que mis ahorros se reducían a la nada misma y necesitaba comer, pagar las facturas de servicios y cosas así de prosaicas. Entonces me armé el consultorio que antes era trashumante en el garaje de casa, donde antes tenía la feria americana, lo dividí poniendo al revés las estanterías que me habían quedado sin vender de la despensita, transformé la mesa de cubiertos que me había quedado del salón de fiestas en escritorio, hice cortinados con los restazos de tela que sobraron del taller de costura, adorné todo con las figuras de yeso y los cuadritos que me habían quedado del todo x 2 $, puse la base de la máquina de coser a pedal con un mantelito arriba como exhibidor de velas, aceites, elixires y jabones energéticos que me vendió mi maestra y arranqué con el centro holístico.
Eso si, la camilla para el Reiki y los masajes la tuve que comprar en el remate de una ortopedia que justo cerraba porque el tipo había quedado al culerío y se iba a España.
Si, don, ya sé que tenemos que ir cerrando la nota, dejeme redondear el concepto que ahora viene la parte más grosa.
El centro holístico fue un éxito rotundo. Tenía todo lo que hay que tener: con el tarot les hacía el diagnóstico y después la receta, y ¿adivine que?, ¡correcto! el remedio estaba dentro de lo que yo tenía en mi centro. Dependiendo la gravedad del caso podía ser masajes, esencias florales, Reiki, gemoterapia, jabones, velas o todo junto. Nunca tuve una queja, los tipos se iban más que contentos y mandaban gente recomendada a lo loco. Pero yo de cobrar, minga.
No solo daba mis servicios “a voluntad”, sino que empecé a dar los productos al costo y si me lloraban un poco, los regalaba.
Oiga que le pasa, ¿por qué apaga el grabador? ¡Si falta la parte más importante! La que cuento como superé el temita este del karma…bueno, está bien, discúlpeme , no me había dado cuenta que son las dos de la mañana.
Continuará
¡Pero ese periodista no sabe lo que se pierde! No hay caso: venden más los quilombos que una buena historia...
ResponderEliminarVió, vió? Si hubiera tenido el culo de la Cirio se me quedaba a vivir, el guacho! y bue...seguiremos otro día.
ResponderEliminarAl principio ¿no le hizo acordar al estilo de Don Checho? jaja lo extraño al viejo!
uhhhhhhhhhh, notepuedocreerrrrrrrrr, mañana nos enteramos??? ok.
ResponderEliminarmuy buena lils!!! salutatis bontenatus!!
Cla,no se si mañana, porque el periodista no volvió :-( pero algún día nos enteraremos!
ResponderEliminarinlakesh :-)
Eh que me devuelvan la plata de la entrada, ¿cómo que continuará? ufaaa, bueh, no me queda otra que esperar...
ResponderEliminarMe divertí mucho, besos Lils
Anhir, como hago para devolvértela?donde te la mando? Ooops, todavía no me curé del todo! jaja
ResponderEliminarBesos!