28 feb 2010

VICISITUDES EN LA SOCIEDAD DE FOMENTO III / UNA CENA

I

En la canchita de la sociedad hay partido de futbol. Son todos tipos grandes, de cuarenta mínimo. Verlos correr detrás de la pelota es lastimoso. Y eso que es un cinco contra cinco, que sino…
El problema de los hombres es que un día nos levantamos y nos encontramos con una panza. Y uno hace memoria y no hay caso: puede jurar ante Dios y todos los santos que esa panza ayer no estaba.
El barcito esta noche está concurrido. Nahuelito pasea entre las mesas con la bandeja llevando pedidos. La tele, como siempre, está sintonizada en un noticiero, pero sin volumen.
Nahuel llega a mi mesa y deja una botella de cerveza y un vaso.
-Gracias, Nahuelito. ¿Qué hay de rico para cenar?
-Ravioles con tuco o salsa blanca.
-¿De qué son los ravioles?
-De verdura.
-Anotame uno con tuquito, por favor.
-Listo.
-Decile a Melquiades que no sea ratón y me traiga un platito de papas fritas para acompañar la cerveza.
Nahuel sonríe y va hasta la barra. Lo veo hablando con Melquiades. Al rato, Melquiades se acerca a mi mesa y deja un platito bastante lleno con papas fritas.
-Que rompe bola, viejo, eh.
-¿Cuándo me vas a contar la historia de la jovencita de la foto?- le pregunto.
-Cuando esto no sea un quilombo de gente, viejo.
Miguelito aparece al costado de Melquiades.
-Che, Melqui, fijate el baño que está tapado.
-Es que se limpian el culo con un rollo y medio de papel, hermano. Hacen una pelota y se tapa. Claro, ¿a ustedes que les importa? Igual, después va el pelotudo, meta darle con la sopapa, y aguantando la baranda.
-Yo cagué poquito, Melqui. Yo más de dos soretitos por día no largo. Y me limpio con una servilletita, nomás. Una me alcanza y sobra.
-¿Yo te pedí detalles, Migue?- le recriminó Melquiades.
-Yo digo, nomás…
-Sentate, Migue- digo yo-. Acompañame con la cervecita. Melqui, mandame un vasito para el amigo.
Miguelito se sienta mientras Melquiades vuelve a la barra.
-¿Todo bien, Miguel? ¿Seguís laburando en la imprenta?
-Sigo- dice él.
Estira la mano hacia las papas fritas y yo lo freno tomándolo de la muñeca.
-¿Te lavaste las manos, Migue?
-Por supuesto- me contesta, haciendo fuerza para llegar a las papas.
-¿Te las lavaste bien? ¿Debajo de las uñas? Viste que siempre quedan residuos…
-Dejame agarrar la papa, che.
-Es que después de lo que contaste, Migue…
Nahuelito viene con el vaso y nos ve forcejeando.
-¿Peleándose por las papas?- dice con una sonrisa-. Gente grande, che.


II

A las ocho y media Nahuelito comenzó a servir la cena.
Quedábamos poco en el barcito, así que le pedimos permiso a Melqui y juntamos tres mesas para comer todos juntos.
En total éramos seis: Miguel, Ernesto, Tito, Ezequiel, Orlandito y yo.
Nahuel sirvió los platos y le dijimos a él y a Melquiades que se vengan a comer con nosotros. Se sentaron cada uno en las cabeceras, como patriarcas de una extraña secta.
-Alcanzame un poco de pan, Tito- pidió Ernesto.
-Acá tenes.
-¿Quién fue el maricón que pidió gaseosa?- dijo Ezequiel-. A mí me ponen una botellita de vino, sino no como.
-Dénle una botellita al viejo- dije yo mientras pinchaba los raviolitos.
Nahuel se levantó y volvió con una botellita tres cuartos.
-¿Y el saca corchos?- dijo Ezequiel-. ¿Con que mierda queres que saque el corcho? ¿Con los dientes?
-Decí que sos una persona de edad, sino te mandaría a la mierda- dijo Melquiades.
-¿Vos y cuantos más?- replicó Ezequiel apuntándole con el tenedor-. Acordate que tengo cinturón negro.
Todos lo miramos a Ezequiel.
-¿Hiciste artes marciales, Ezequiel?- dijo Orlando.
-¿Artes marciales?- se sorprendió Ezequiel-. En la puta vida hice eso.
-¿Y a que viene lo del cinturón negro?- pregunté yo.
-Es el cinturón que tengo puesto. Si este me sigue jodiendo, me lo saco y lo cago a cintazos.

III

Ya en la sobremesa, luego de que Nahuelito se llevara los platos y trajera de postre un queso y dulce de prima, nos quedamos haciendo un poco la digestión.
-¿Cómo va el tema de la canchita de bochas, Saturnino?- me preguntó Orlando.
-Ta’ quedando de dié, Orlandito.
-Orlando. Me llamo Orlando, Saturnino.
-Desde pendejos que te digo Orlandito. Ya se me pegó, ¿qué queres que haga?
Desde la canchita ingresaron los tipos que estaban jugando.
-Buen provecho- dijeron.
-Muchas gracias- respondimos.
-¿Podrían ser unas cervezas y algo para picar, jefe?- preguntó uno de ellos, dirigiéndose a Melquiades.
-Claro. Tomen asiento que ya les llevo.
Nahuel y Melquiades se levantaron y fueron a la barra. Nahuel le pasó un trapito a la bandeja y Melquiades comenzó a ponerle los recipientes con ingredientes: salamito, quesito, aceitunitas, papas fritas y maníes.
-¿Cuántas cervezas?- dijo Melquiades.
Los hombres hablaron entre ellos unos segundos.
-Cuatro, jefe. Con eso tiramos- dijo el que llevaba la voz cantante.
Cuatro cervezas y diez vasos fueron a parar encima de la bandeja y Nahuelito llevó todo a la mesa.
Con calidad asombrosa, Nahuelito destapó las cuatro cervezas casi a la vez y repartió todo en las dos mesas en un periquete.
Se los escuchaba contentos, comentando algunos momentos del partido.
-¿Hay duchas, jefe?- preguntó uno que vestía el buzo de arquero.
-Por aquel pasillito, al fondo. Dejá correr el agua un rato para que se caliente- dijo Melquiades.
El del buzo y otro que llevaba una remera celeste toda transpirada se pusieron de pié con el vaso de cerveza en la mano. Se los bajaron de un trago y lo pusieron sobre la mesa.
-Nos damos una duchita y volvemos- les dijeron a los demás.
Ambos encararon por el pasillo.
-Esos dos se la comen- dijo por lo bajo Tito-. Falta que vayan tomaditos de la mano.
-No seas hijo de puta, Tito- dijo Ernesto conteniendo la risa.
-Deben tirar seguido el jabón al piso- dije yo.
Nos reímos bajito. Los de la mesa de futbol nos echaron una mirada.
-Che, no nos zarpemos que nos van a cagar a trompadas- dijo Orlando.
-¿Y para que lo tenemos a Ezequiel?- dijo Migue-. Guarda que este se saca el cinto y cagan fuego todos.
-Al que se haga el loco le doy con la hebilla- se envalentonó Ezequiel, entonado por la botellita que se había bajado él solo.
-Guarda, Ezequiel- dije yo-. No sea cosa que te saques el cinturón, se te caigan los lompas, y te matraqueen a vos también.
-¿Quién me va a matraquear?- gritó Ezequiel poniéndose de pié.
-Pará, Ezequiel, sentate- le dijeron Miguel y Tito que estaban al lado de él.
Ernesto y yo nos reíamos a carcajadas.
-¿Qué pasa?- dijo Melquiades, acercándose.
-¡A vos también te voy a cagar a hebillazos!- se arrebató Ezequiel.
Lo vi a Nahuelito doblarse de la risa agarrándose de la barra.
-Que alguien se lo lleve a casa al veterano- dijo Melquiades.
-Yo lo llevo- dijo Orlandito.
Se levantó, se acercó a Ezequiel, y lo tomó del brazo.
-Vamos, Ezequiel- le dijo-. Dale que te llevo a casa.
-A mí no me matraquea nadie- murmuraba Ezequiel mientras Orlandito lo llevaba para afuera.
-¿El abuelo tiene mala bebida?- pregunto uno de los futbolistas cuando Ezequiel desapareció por la puerta.
En la mesa nos miramos entre todos y comenzamos a reírnos sin parar.

IV

Rato después, una vez que los futbolistas se fueron, Nahuel empezó a subir las sillas para pasar un trapo húmedo al piso.
-Melqui, ¿podría ser una rondita de café para la despedida?- le pregunté.
-Van saliendo- dijo él.
-¿Quedó crema?- le preguntó Ernesto.
-Quedó- fue seco Melquiades.
-El mío con crema, entonces.
-Uno con crema- repitió Melquiades.
Nahuel vino del fondo con un balde y el lampazo. Se fue hasta puerta y comenzó a limpiar. Un olor a pino llegó a nosotros.
-Que baranda que tiene eso- dijo Miguel.
-A mí me gusta- dije yo.
-Dejate de joder, Saturnino.
-El que está bueno es el de lavanda- opinó Tito.
-Hay uno que se llama “fragancia bebe”- nos iluminó con su sapiencia Migue.
-Mientras no sea un bebe cagado…
-Y eso que sólo chupan la teta.
-Debe ser leche vencida.
-¡No sean asquerosos, che!- dijo Melquiades acercándose con los cafés.
-¿No hay sacarina?- dijo Tito.
-Está mezclada con los sobres de azúcar- contestó Melquiades.
Yo abrí tres sobrecitos de azúcar y revolví el café.
Es tarde.
Pienso que ahora tengo que volver a casa y enfrentarme con mi soledad, con el enorme silencio que llena cada habitación.
Los miro a todos.
Gracias a Dios los tengo a ellos.
Bebo el café y sonrío.

15 comentarios:

  1. La sensación después de leer este relato es el de estar sentada en la mesa de al lado de esta gente...
    los diálogos como siempre híper logrados.... estoy tomando conciencia que de verdad no hay mujeres en las sociedades de fomento...
    será porque las veteranas mayores de 40 no hacemos fulbito?... excelente Adrián, pero..... sigo con la duda de quien es la chica de la billetera y le sumaste las ganas que me dio esa cerveza con las papitas... no habrá quedado por ahí? Un beso muchacho!

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  2. Connie: ¿Cómo que no hay mujeres? ¿Y la Carolina?
    ¡Como joden con la foto, por Dió!
    Esto todavía sigue, no se me preocupen que con la duda no se van a quedar.
    Besotes.

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  3. Mirá la Connie, que madrugadora!

    Bueno, esto de postear los domingos es un garrón, ya sabemos.

    Que delicia, Adrián! Que delicia! No, no hablo de los raviolitos ni de las papitas ni de las birritas (todo en diminutivo jeje) sino del arte de los diálogos, de la sensación de estar viendo una peli, que se yo, ¡que bueno que sos nene!
    Me encantó.
    Ahora, esto del televisor puesto en mute con el noticiero es un clásico en los bares, no? Pregunto porque yo no frecuento bares, pero los he visto de pasada. Je!
    Besugos

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  4. Lils: Es un garrón, si. Pero hay que hacerlo...
    El televisor solo sirve cuando hay algún partido o una peleita o algo que les interese a los viejos. Sino, mute total.
    Besotes.

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  5. conmovedor. se siente el ámbito, los detalles, la simpleza, la nostalgia y la tristeza. la siento con todos ellos. y postear un domingo puede ser de lo mejor... qué bueno. chapeaux, o me saco el sombrero si lo tuviera!!!

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  6. si lo tuviera puesto... porque tengo. SKAÅL !!!

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  7. Cla9: Y esto todavía no termina.
    Me agrada mucho que hasta ahora sigan enganchados con la historia. Espero tenerlos así hasta el final.
    Besos.
    Y el sombrero, déjeselo puesto, como la canción de Joe Cocker.

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  8. Adrián.... como joden por diò.... tiene razón.... menos pregunta dios y perdona. Espero callada por este rinconcito...

    Lils.... Hola nena.... acá no es aplicable "al que madruga dios lo ayuda".... vendría ser "el que se acuesta tarde lee antes?" Beso grande!

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  9. Connie: Listo. Después le paso un plumerito para que no se me llene de telarañas. ¿Quiere un sanguchito? Ahora le alcanzo.

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  10. Hola Adrian!! Aquí me tienes otra vez enredado en tus historias. En esas telarañas que tan bien tejes.
    Que me obligan a reirme y cerrar los ojos imaginando la bendita sociedad. Tan argentina, tan nuestra,
    Gracias amigo...

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  11. Walter: ¡Muchas gracias! La verdad que me estoy divirtiendo un montón con esto.
    Abrazos.

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  12. Tarde pero seguro. Tal cual lo pintàs Adrián. De habe rido a jugar papi a muchos lugares, en realidad casi todos tienen ese denominaodr comun en las mesas y la gente que va. Felicitaciones.Saludos

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  13. Aquí el más lenteja de todos, que recién hoy tuvo tiempo para ller, pero valió la pena la espera. Este relato cada vez me gusta más y me sumo a los elogios de todos.
    Pido disculpas por saltarme mi turno, pero entre problemas técnicos y bolonquis variados en el laburo, no he podido escribir nada digno de postear y no quiero recurrir al refrito. En cualquier momento cuelgo algo, sin avisar. Besos a todos, menos a los pelados, que después Adrián me carga.

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  14. Piper: ¿Usted es uno de esos que corre atras de la pelotita resollando como caballo?
    Y capaz que alguna vez lo vió al Saturnino.
    Abrazo.

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  15. Enrique: Eso del pelado fue duro, Enriquito. Yo lo veía como un ejemplo a seguír. Pero ahora, dudo.
    ¡Y no sabe usted lo que es el cuarto capítulo! ¡Una joya de la literatural blogueril!
    ¡No se lo pierda!
    Besos.
    No hay caso, yo lo quiero igual a usted.

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