Personajes raros, imaginarios, leyendas y mentiras varias, forman parte del anecdotario popular argentino. El lobizón, Nahuelito, el pitufo Enrique con el gordo de Crónica, El Pombero de la Coca Sarli y otros más. Nuestro suelo ha dado a luz, diversos tipos de freaks, algunos famosos como los anteriormente nombrados y otros no tanto, como el caso que describiremos ahora. Los casos de doble personalidad, los bipolares, son bastamente conocidos. Otros primos lejanos son la doble identidad y la bisexualidad, que no vienen al caso ahora, pero suenan lindo, casi como rima, para hacer un poco mas larga la historia.
Volviendo al tema específico, este caso consistió en una nueva forma de patología: una mujer con cuatro personalidades distintas según la fecha del mes. Antes que se me abalancen los obvios, tratando de corregirme diciendo que eso sucede una vez al mes, con cambios de humor incluidos, aclaro que no se trata de “eso”. No se trata del típico “síndrome de Andrés” padecido por el 100% de las mujeres, sino de algo mas complejo y, diríamos único.
En el sudoeste de la Pcia. de Córdoba, casi chocándose con su vecina San Luís, existía una población llamada Suco. La misma contaba con su laguna homónima, ubicada en las afueras. Desviándose de la Ruta 8, internándose por un camino de tierra, y luego de recorrer algunos pocos kilómetros, se lograba acceder a ella. En pleno furor hippie, julio del 69, era sitio obligado para reuniones, fogones, donde Procom Harum y su “Con su blanca palidez” sonaban hasta el cansancio. En esas reuniones nocturnas, con aromas dulzones y psicodelia variada, uno de ellos cantaba con su guitarra la siguiente tonada una y otra vez. “No se metan con la luna, sino quieren que se meta con Uds.”. Un ocasional oyente, lo indagó sobre el origen de la frase. “Me la trasmitió un hippie viejo en un viaje a Monterrey y desde ese momento no paré de cantarla. Es algo como un mandato bíblico, me aseguró el anciano”. La cofradía continuó con su vida tranqui y pacifista, ignorando totalmente lo que sucedía a miles de kilómetros de ahí. Un trío que no sabía ya por donde pasear, o se le habían acabado las excusas para rajarse de sus casas, estaba por llegar a un lugar llamado Fra Mauro. Uno de ellos se quedaría en su nave y los otros, un tal Neil y otro llamado Buzz, iban a pisar la luna por primera vez. Sin saberlo ellos, estaban traicionando la advertencia del hippie viejo. Y así fue como nuestro satélite, cumplió su promesa, arrojando partes de su propio ser hacia la Tierra. Una de esas partes, precisamente cayó precisamente en la ya mencionada laguna. Con lo cual, la descendencia de quien se bañara dentro de las primeras 24 horas, heredaría no solo el apellido y genética de sus padres, sino además muchas de las cualidades, y porque no, defectos de la misma. Entre ellos, sus 4 fases. Cuatro formas diferentes de ser vista, regidas por el mes sinódico, de 29 días. Media brillante, brillante, media oscura y oscura por completo. Así se formaría, como los lados de un cuadrado, el carácter del heredero.
La intensidad del brillo lunar no fue esquiva para aquella joven pareja hippie. Resultó irresistible para contemplarla, y aprovecharon para bañarse juntos, en las aguas de la laguna cordobesa. Festejaron el brillo del astro y el de su romance, nadando y amándose, con el lago como testigo mudo. Para ellos no fue una noche cualquiera, y así la recordarían 9 meses después, como punto de partida de sus vidas como padres.
Por eso mismo, en homenaje a ese momento, cuando gestaron a la recién llegada, y a la luz que los acompañó, nombraron a la pequeña como Luna.
Los padres de la pequeña, ignorantes por completo de la advertencia hippie, comenzaron a notar de a poco sus cambios de humor. Una semana bien, otra media melanco, la siguiente depre total y la última levantaba un poco la puntería. Así mes tras mes, año tras año. Cuando se convirtió en señorita, continuó el asombro familiar, al notar que no evidenciaba ninguno de los síntomas clásicos, modificadores del estado anímico de cualquier mujer. Ya con los que tenía durante el mes, bastaba y sobraba para sumar alguno más. Laboralmente se las vio bastante feas con el resto de sus colegas, con las que 2 semanas funcionaba acorde a ellas y las restantes no coordinaban en lo más mínimo.
Tras mucha observación, los padres dedujeron que los períodos de cambios de humor, duraban siete días y pico cada uno. Luego notaron que, inevitablemente, guardaban una exactitud sorprendente con las fases lunares. Y por ultimo recordaron esa noche de amor y brillo en el lago. Finalmente en un encuentro hippie durante un viaje a El Bolsón, coincidieron con el antiguo cantante de la tonada, que había conocido al anciano pelilargo. Compartieron experiencias y recuerdos, luego el tema derivó en la joven hija de la pareja, y ahí todo les cerró perfectamente. Fue cuando el artesano bolsense, tras comentarles toda la teoría lunar, les vaticinó un final feliz para su hija, casi, como de canción. Era prematuro para los veteranos hippies, comprender la profecía del amigo. Tardarían un tiempo en develar el misterio.
En ese reencuentro de amigos, Luna conoció a un muchacho, hijo de viejos mochileros chilenos, de apellido Toro. Familia emparentada con aquel caudillo futbolístico trasandino, que descollará en el Mundial del 62. El flechazo fue inevitable, tuvieron un romance a toda prisa, que derivó en un singular matrimonio, festejado por músicos, artesanos y demás artistas de ambos lados de la Cordillera. Fueron irremediablemente felices, tuvieron 4 hijos, dos de cada sexo. Los niños fueron bautizados como Creciente y Menguante, y las niñas como Llena y Nueva. Habitaron una hermosa cabaña, donde las niñas dormían con su mamá, y los varones tenían cada uno su propio Cuarto. Final feliz como pocos para esta historia. Pero, en los recientes y felices abuelos, seguía la duda sobre la profecía con tonada de canción. ¿Se habría cumplido? Por eso, después de andar tras los pasos de su amigo, lo localizaron en la feria artesanal de Parque Centenario. Y hacia allí fueron, en busca de resolver el misterio. Tras los saludos de rigor, y narrarle lo sucedido, el hombre sonrió. “Todo salió como estaba escrito en el tema”, dijo. “¿Qué tema?”, indagaron los padres mas que ansiosos. “Uno que no fue escrito ni por Dylan, ni fue cantado por Joplin.
Lo escuché cuando estuve de paso por España. No es de nuestro estilo, pero bien valió la pena, vistos los resultados. Esperen que ahí traigo la guitarra”.
Los padres pasaron de la sonrisa de la revelación, a la duda de poder tratarse de una cargada. El tema no era para nada de su onda, y casi era una falta de respeto para la Cofradía de la luz Solar”. Pero era cierto, en su letra había algo referido a su hija y su
marido, y eso los contuvo de moler a golpes al músico, quien poseído cual Jimmy Hendrix en Woodstock , no paraba de cantar.
“La luna se esta peinando
en los espejos del rió
y un toro
la esta mirando
entre la jara escondido
cuando llega
la alegre mañana
y la luna se escapa del rió
el torito se mete en el agua
emitiendo al ver que se ha ido
y ese toro enamorado
de la luna
que abandona
por las noches la manada...”
Volviendo al tema específico, este caso consistió en una nueva forma de patología: una mujer con cuatro personalidades distintas según la fecha del mes. Antes que se me abalancen los obvios, tratando de corregirme diciendo que eso sucede una vez al mes, con cambios de humor incluidos, aclaro que no se trata de “eso”. No se trata del típico “síndrome de Andrés” padecido por el 100% de las mujeres, sino de algo mas complejo y, diríamos único.
En el sudoeste de la Pcia. de Córdoba, casi chocándose con su vecina San Luís, existía una población llamada Suco. La misma contaba con su laguna homónima, ubicada en las afueras. Desviándose de la Ruta 8, internándose por un camino de tierra, y luego de recorrer algunos pocos kilómetros, se lograba acceder a ella. En pleno furor hippie, julio del 69, era sitio obligado para reuniones, fogones, donde Procom Harum y su “Con su blanca palidez” sonaban hasta el cansancio. En esas reuniones nocturnas, con aromas dulzones y psicodelia variada, uno de ellos cantaba con su guitarra la siguiente tonada una y otra vez. “No se metan con la luna, sino quieren que se meta con Uds.”. Un ocasional oyente, lo indagó sobre el origen de la frase. “Me la trasmitió un hippie viejo en un viaje a Monterrey y desde ese momento no paré de cantarla. Es algo como un mandato bíblico, me aseguró el anciano”. La cofradía continuó con su vida tranqui y pacifista, ignorando totalmente lo que sucedía a miles de kilómetros de ahí. Un trío que no sabía ya por donde pasear, o se le habían acabado las excusas para rajarse de sus casas, estaba por llegar a un lugar llamado Fra Mauro. Uno de ellos se quedaría en su nave y los otros, un tal Neil y otro llamado Buzz, iban a pisar la luna por primera vez. Sin saberlo ellos, estaban traicionando la advertencia del hippie viejo. Y así fue como nuestro satélite, cumplió su promesa, arrojando partes de su propio ser hacia la Tierra. Una de esas partes, precisamente cayó precisamente en la ya mencionada laguna. Con lo cual, la descendencia de quien se bañara dentro de las primeras 24 horas, heredaría no solo el apellido y genética de sus padres, sino además muchas de las cualidades, y porque no, defectos de la misma. Entre ellos, sus 4 fases. Cuatro formas diferentes de ser vista, regidas por el mes sinódico, de 29 días. Media brillante, brillante, media oscura y oscura por completo. Así se formaría, como los lados de un cuadrado, el carácter del heredero.
La intensidad del brillo lunar no fue esquiva para aquella joven pareja hippie. Resultó irresistible para contemplarla, y aprovecharon para bañarse juntos, en las aguas de la laguna cordobesa. Festejaron el brillo del astro y el de su romance, nadando y amándose, con el lago como testigo mudo. Para ellos no fue una noche cualquiera, y así la recordarían 9 meses después, como punto de partida de sus vidas como padres.
Por eso mismo, en homenaje a ese momento, cuando gestaron a la recién llegada, y a la luz que los acompañó, nombraron a la pequeña como Luna.
Los padres de la pequeña, ignorantes por completo de la advertencia hippie, comenzaron a notar de a poco sus cambios de humor. Una semana bien, otra media melanco, la siguiente depre total y la última levantaba un poco la puntería. Así mes tras mes, año tras año. Cuando se convirtió en señorita, continuó el asombro familiar, al notar que no evidenciaba ninguno de los síntomas clásicos, modificadores del estado anímico de cualquier mujer. Ya con los que tenía durante el mes, bastaba y sobraba para sumar alguno más. Laboralmente se las vio bastante feas con el resto de sus colegas, con las que 2 semanas funcionaba acorde a ellas y las restantes no coordinaban en lo más mínimo.
Tras mucha observación, los padres dedujeron que los períodos de cambios de humor, duraban siete días y pico cada uno. Luego notaron que, inevitablemente, guardaban una exactitud sorprendente con las fases lunares. Y por ultimo recordaron esa noche de amor y brillo en el lago. Finalmente en un encuentro hippie durante un viaje a El Bolsón, coincidieron con el antiguo cantante de la tonada, que había conocido al anciano pelilargo. Compartieron experiencias y recuerdos, luego el tema derivó en la joven hija de la pareja, y ahí todo les cerró perfectamente. Fue cuando el artesano bolsense, tras comentarles toda la teoría lunar, les vaticinó un final feliz para su hija, casi, como de canción. Era prematuro para los veteranos hippies, comprender la profecía del amigo. Tardarían un tiempo en develar el misterio.
En ese reencuentro de amigos, Luna conoció a un muchacho, hijo de viejos mochileros chilenos, de apellido Toro. Familia emparentada con aquel caudillo futbolístico trasandino, que descollará en el Mundial del 62. El flechazo fue inevitable, tuvieron un romance a toda prisa, que derivó en un singular matrimonio, festejado por músicos, artesanos y demás artistas de ambos lados de la Cordillera. Fueron irremediablemente felices, tuvieron 4 hijos, dos de cada sexo. Los niños fueron bautizados como Creciente y Menguante, y las niñas como Llena y Nueva. Habitaron una hermosa cabaña, donde las niñas dormían con su mamá, y los varones tenían cada uno su propio Cuarto. Final feliz como pocos para esta historia. Pero, en los recientes y felices abuelos, seguía la duda sobre la profecía con tonada de canción. ¿Se habría cumplido? Por eso, después de andar tras los pasos de su amigo, lo localizaron en la feria artesanal de Parque Centenario. Y hacia allí fueron, en busca de resolver el misterio. Tras los saludos de rigor, y narrarle lo sucedido, el hombre sonrió. “Todo salió como estaba escrito en el tema”, dijo. “¿Qué tema?”, indagaron los padres mas que ansiosos. “Uno que no fue escrito ni por Dylan, ni fue cantado por Joplin.
Lo escuché cuando estuve de paso por España. No es de nuestro estilo, pero bien valió la pena, vistos los resultados. Esperen que ahí traigo la guitarra”.
Los padres pasaron de la sonrisa de la revelación, a la duda de poder tratarse de una cargada. El tema no era para nada de su onda, y casi era una falta de respeto para la Cofradía de la luz Solar”. Pero era cierto, en su letra había algo referido a su hija y su
marido, y eso los contuvo de moler a golpes al músico, quien poseído cual Jimmy Hendrix en Woodstock , no paraba de cantar.
“La luna se esta peinando
en los espejos del rió
y un toro
la esta mirando
entre la jara escondido
cuando llega
la alegre mañana
y la luna se escapa del rió
el torito se mete en el agua
emitiendo al ver que se ha ido
y ese toro enamorado
de la luna
que abandona
por las noches la manada...”
Clap, clap, clap!
ResponderEliminarjaja me encantó, Piper! jaja muy bueeeeeeeno!
Y el tema de Gipsy King! te cuento que lo estoy bailando! jaja sin saber bailar, por supuesto!
Te digo algo: en este post salió a relucir el Piper que más me gusta, el que cuenta la historia de Tipo, con una gracia muy singular.
Congratulations! :-)
excelente piper!!! me encantóoooo!!! creo que esa personalidad cuátruple nos encaja muy bien en casi todas las lunáticas... salutesssssssss
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