24 ago 2010

DOS COLIBRÍES (diario de guerra 2.0)

espejo1

- Me tomo dos blísteres… o me corto las venas? - Pensó ella…

Y mientras decidía con desidia, rebotaban de una sien a otra los dolores de su alma, de su oquedad.

Negaba sistemáticamente toda oferta aliviadora, abúlicamente concentrada en las caracoleantes distorsiones de su entorno inmediato.

Ya llena de todo, se encontró vacía. Con la compañía austera de un vaso con agua empezó a gritar en silencio. Un grito sordo con cada sonido seco del blíster. Una lágrima acre con cada trago.

No había decidido nada, quería negociar. Negociar la atención de los ausentes, de los confundidos. La misericordia de los jueces, de los abusadores.

Los malentendidos, los golpes y la soledad hicieron lo suyo. Destrozaron su incongruencia hasta volverla lisa, lisa.

Varias sombras la acechaban, empujándola hacia el otro lado. Y ya casi no escuchaba.

Nunca tan consciente del ser y su cuerpo que no respondía. Nunca tan despierta y tan ciega de lo que no quiere ver…

Dos colibríes la mantuvieron despierta. La abrazaron. Le cantaron canciones de cuna. La llevaron al parlamento de los locos, para que haga su descargo como el decoro manda.

Hay cosas que la gente no quiere escuchar. Muchas, que ni siquiera imaginar.

Vergüenza al efecto, mojigatez compulsiva. Miedo a la desnudez, a la exposición cruda, al defecto.

Analógicamente medicada recuperó su cuerpo y su cuerda floja.

Ahora avanza lento. Su sonrisa oculta un dejo de hambre saciado a medias, una compulsión enmudecida. Un tener que ser.

Y yo recojo los reflejos de su alma dulce, para entregárselos en su momento.

Le regalo mi incondicionalidad, para que quede registrada en sus débiles átomos, como testigo de guerra.

Y seguimos rodando…

Cla9

22/08/10

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