8 sept 2010
El observador (Por mi cuenta otra vez)
-¿Quien sos?
- Para vos soy Septiembre.
- Ah. Es porque es el mes de mi cumpleaños, seguro. Viste que los sueños son así de raros.
- No es un sueño. Yo siempre estuve y siempre voy a estar. Fijate en las fotos.
Me siento en la cama y noto que estoy transpirando. No hubiera querido despertarme al menos hasta que el calvo me terminara de contar quien era y porqué sabía tanto de mí. Creo haber entendido que venía de otra realidad. La verdadera, me dijo. Me dijo es un decir, porque me lo transmitió telepáticamente. Era un sueño ¿no?
-Buen día-. La presencia reconfortante de Javier se afirma con el olor a café que viene de la cocina. ¿Para que sigo teniendo una cocina si no me gusta cocinar?
-Tengo que ir al super -digo asomando mi angustia existencial a la heladera desierta- Odio ir al super.
-Bué, ¿Nos levantamos de mal humor? Diste muchas vueltas en la cama anoche-. Me dice acariciándome el pelo con un beso rápido y sale a tomar el primer ascensor que pase.
“Fijate en las fotos” me dijo Septiembre.
Después me fijo. Ahora tengo que ir al super. Odio ir al super tanto como a cualquier lugar al que concurre gente. Me incomoda captar las vibraciones de baja frecuencia que se entrecruzan y chocan. Se superponen el chirrido de la señora que apunta el dedo en contra de la cajera, los gemidos frenéticos de los móviles que mandan twitts, las sirenas, las alarmas, la estática de los pensamientos de las parejas que hacen compras, El estribillo gutural del último tema de Shakira termina por colapsar mi sistema sensorial.
El protector áurico ya no me aísla. Por momentos no sé si son mis propios pensamientos o los ajenos. Suenan como una radio mal sintonizada.
Lleno el chango con más cosas de las que necesito, obedeciendo las leyes del mercado. Antes de llegar al estacionamiento tres chicos de menos de 14 años en patinetas me arrebatan el chango y dos cuadras más allá reparten el botín con otros tres. Siento un impacto en el pecho.
Corro a toda velocidad hacia la costa, encuentro en el camino una patineta abandonada y me subo. Creo que voy dejando una huella de sangre.
Desciendo por Colón hacia Varese sin parar. En el acantilado levanto vuelo.
Cuando estoy a punto de estrellarme contra las rocas el cielo se rasga como un papel. Es como un velo muy delgado que cae y me deja entrar a otra realidad. La siento tan real como la anterior. Caigo suavemente en la alfombra de algún living.
Septiembre está sentado junto a mi perra Lola. La que me regaló papá cuando cumplí tres años. El me mira con una compasión infinita y me dice que todo está bien, que tiene que irse. Que estoy por mi cuenta, otra vez.
Outsider. Marina and the Diamonds
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tu relato es genial lils, es TAN profundo... más allá de las alusiones a fringe que también la veo cuando puedo. bravo nenaaa!!!!!!! (me muero por ese perro!!)
ResponderEliminarY yo me muero por los observadores, son TAN enigmáticos! Esa serie es genial y muy inspiradora.
ResponderEliminarGracias nena.
skål
Yo no se, pero comenté este relato antes y no veo mi opinión ¿¿¿
ResponderEliminarNo importa Lils, te repito que me puso de la nuca tu onirismo existencialista. El fino limite del sueño y de la cordura se traspapelan magistralmente...Clap, Clap
Si, está Walter, pero en el blog paralelo de allá! jaja de todos modos está bueno que me lo repitas, gracias!!!
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