Odio las montañas rusas.
Relacionarse con la psicosis es tan exasperante para mí como ellas.
Subidas celestiales y bajadas escalofriantes. All the time.
Las mesetas resultan relajantes, mansas. Pero duran poco…
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Un día me encontré riendo como loca de la arruga de una almohada. Acto seguido me asusté. Vi algo quebrado con olor a irreparable que salía de mi oreja.
(El olfato no me falla, lo que falla es cierta idea; La tortura como correctivo… El dolor como reto… Un alma esforzada… Un deber aprender…)
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Recogiendo vísceras del piso me dibujo mil mujeres atónitas, tratando de entender.
Luego paso a los contenedores cuadrados y a las esferas aislantes…
Siento alivio en los colores…
Máscaras que convergen en un túnel forrado de pupilas marcan el camino con una única y severa mirada….
Y el hedor… que subyace, burbujeante y caliente…
Cómo un rojo puede ser tan frío? Como un segundo puede ser tan, extremadamente eterno?
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Más lento de lo previsto, el tiempo hace lo suyo casi sin intervención de mi parte. Aparecen luces en el lugar adecuado, sombras descaradas que, precisas, acompañan.
Me alejo y recuerdo esa sensación. (Era lo que quería…)
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Descubrir que la psicosis, como todo en este plano, tiene su lado creativo, no deja de ser una sorpresa, un desafío que los dioses que me habitan implantan, muy profundo, en tejidos ignotos del cerebro.
Qué notable, qué placer…
Trataré de relajarme para disfrutar del bocadillo celestial, respirando aires bestialmente deseosos de memoria eterna.
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Cla9
24.7.10
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Me gusto' el Blog. muy interesante.Dios los bendiga.
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