Debo reconocer que yo también
subestimé a Fede. La última vez que lo vi me dejó una llave.
-Necesito que me la cuides. Sirve para
abrir un locker en la estación de Once.
-¿Y para qué me la das?
-Espero que sea pura paranoia.
No lo era. Eso fue un viernes. El
miércoles siguiente apareció flotando en el Río Paraguay. Ese
mismo día me fui a Once a abrir el locker. En su interior había un
bolso de tela de avión con un cartel escrito con fibrón en una hoja
A4 que decía “Todo lo que necesitás para una carrera exitosa”.
Fede era el cadete del diario.
Veintidós años, novia, siempre supimos que quería ser periodista,
pero nadie lo tomaba en serio. Durante los últimos meses nos decía
que estaba haciendo una investigación en su tiempo libre que cuando
la viéramos nos íbamos a caer de culo. En el bolso estaban los
resultados de esa investigación.
Durante este tiempo Fede estuvo
viajando dos veces por mes a Formosa. La investigación era muy
prolija, con mucho trabajo de campo, grabaciones, videos, fotos y
documentación de diversos tipos. Estaba centrada en un político y
empresario muy importante, oriundo de la zona, pero cuya influencia
estaba proyectada a nivel nacional. Este sujeto tiene por igual
detractores y partidarios, pero la investigación de Fede no se
centraba en su actividad pública ni privada, sino en la íntima y
personal.
Al parecer, en Clorinda, provincia de
Formosa, la venta de bebés es una parte más de la economía local.
De hecho hay mujeres que se ganan la vida quedando embarazadas para
luego vender sus hijos a precio dólar o euro. El precio de las
criaturas depende de sus características, pero rara vez baja de las
cinco cifras.
Aparentemente este hombre tenía
importantes intereses puestos en la venta de bebés, además de
muchos otros negocios ilegales, relacionados en su mayor parte con el
contrabando, desde cd’s o electrodomésticos hasta drogas y armas,
además de inmigrantes y prostitutas, por supuesto. Sin embargo, y a
pesar de que esta información era suficiente para comprometer
seriamente la imagen del sujeto en cuestión, el núcleo de la
investigación pasaba por otro lado, y resultaba ser terrorífico.
Desde hace al menos 20 años, mes por
medio aproximadamente, este hombre adquiere para sí una niña de no
más de tres meses de edad. Algunas de ellas incluso serían sus
hijas biológicas al parecer. A partir de entonces las aloja en una
casona en las afueras de la ciudad, custodiadas por dos mujeres de su
más extrema confianza. Las mujeres dan a las niñas todo lo que
necesitan para su supervivencia, pero no más que eso. Las niñas
están bien alimentadas, pero no reciben ningún tipo de educación.
Jamás aprenden a hablar ni tienen ningún tipo de contacto con el
mundo. Pasan toda su vida encerradas en celdas individuales de no más
de cuatro metros cuadrados donde hay una cama y una letrina para cada
una. No usan ropa, pero el ambiente está climatizado y tienen mantas
y cobijas para cubrirse. Dos veces por semana sus carceleras las
bañan, les cortan las uñas y las higienizan. Para evitar actos de
rebelión las mantienen permanentemente sedadas con distintas drogas.
Si se enferman procuran curarlas, pero de no ser posible las
sacrifican. Así las niñas crecen en estado casi salvaje hasta
llegar a la pubertad. Cuando les llega la menarca y su cuerpo
comienza a desarrollarse y empiezan a sentir las primeras necesidades
sexuales, reciben una visita de su dueño. En general durante un fin
de semana. Este se las lleva a su dormitorio en la última planta de
la casona y luego las viola, tortura y asesina salvajemente,
improvisando siempre algún nuevo método para lograr el sufrimiento
de sus víctimas. Luego el cuerpo es entregado al cementerio local,
donde es discretamente cremado.
Según Fede, en el bolso estaba “todo
lo que necesitás para una carrera exitosa”, pero se equivocaba.
Para tener una carrera exitosa, lo
primero que hace falta es conservar la vida. La información que Fede
había reunido le había costado la suya, y podía llegar a costarme
la mía.
Fue una verdadera pena ver cómo el
fuego consumía el resultado de una investigación semejante.
seré breve: me gusta, me gusta.
ResponderEliminarReviso un poco.
Saludos!
uf. durísimo relato.
ResponderEliminarMuy bueno. (Enrique de Lasuen)
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