“Y a las 8 de la noche, como avant première de Hollywood en Castellano...”. El locutor en off del viejo Teleonce, hoy Telefé, anunciaba la última película de los recordados “Sábados de Super Acción”. El pequeño Juanjo con sus 11 años, presenciaba el anunció como cada fin de semana, al pié del ahora vetusto Stromberg Carlson de casa. Fue entonces, cuando concretó su primer encuentro visual con los cuatro de Liverpool. La música la había escuchado en alguna radio, sin saber que para ese tiempo, ya no eran grupo. Lo que le llamó la atención al ver el anuncio, era la suerte que tenían estos tipos. La peli se llamaba “Anochecer de un día agitado”, pero aquí en esas hermosas y fieles traducciones argentas, se había rebautizado como “Yeah, yeah, yeah”. Y en la promo se los veía perseguidos por una banda de gritonas, que a los ojos del preadolescente, era todo un logro, digno de admirar. Quizás por eso, por la música o por la corriente del Golfo, no sabe bien, comenzó “ese” rito de admiración. El mismo, que a pesar del tiempo transcurrido, sigue prendiendo hasta en las actuales generaciones de jóvenes. El que provocó, como haría años después Vilas con el tenis, que todos quisieran tener una guitarra eléctrica, y buscaran juntarse con amigos a formar un grupo
El que hacía que el pequeño Juanjo comprara el disco, y jugara a ser John o Paul, cantando junto al LP, y se grabara en el viejo Sony, plasmando una imaginaria segunda o tercera voz.
Otro efecto, fue el del ahorro (no, no hablo del paleolítico, sino de los 70). Aun sin tener mucha idea, de cómo tocar, Juanjo juntó pesito por pesito, para adquirir el objeto de su deseo. Una hermosa guitarra eléctrica Kuc color violeta, adornaba la vitrina, de la ya desaparecida Casa América en Avenida de Mayo.
N del A: Pido encarecidamente perdón por tanto relato con olor a naftalina ( oops, lo hice de nuevo). Parafraseando a Charly “Hubo un tiempo que fue hermoso. . .”, en el cual existía el ahorro, las pelis de los sábados por la tarde, esos buenos y viejos filmes, llamados hoy “clásicos”. No como ahora, que nos quieren hacer ver hasta el hartazgo “mi pobre angelito”, como si se tratara de “Nido de ratas” o “La ventana indiscreta”.
El objetivo estaba cumplido, la flamante viola reposaba en el sillón del comedor. Eso lo colocaba en otro nivel, como ya desembarcando en Liverpool y dirigiéndose al Cavern Club. Por lo menos, y no es poco hoy, esos modelos a imitar nos inducían a estudiar música o aprender un instrumento. Aunque más no fuera, par aturdir a los pobres Pérez, años después, todos los sábados a la tarde, luego de las 16 hs. A esa hora, comenzaba los ensayos de “la barra de azufre y su golpe de aire”, “la nave” o “frágil”, dependiendo de los integrantes fluctuantes o fijos que tuviera el grupo, del ya joven Juanjo.
Pasaron los años, y en pleno furor de los pubs, llegó por fin a algo medianamente serio, musicalmente hablando. Y como al 90%, según el INDEC (Instituto No Decidido En Contar), todo se diluyó rápidamente. Como en “Eso que tu haces”, donde después de casi tocar el cielo con las manos, The Wonders se disolvió abruptamente. En este caso, la Gran Dama (la Vida), envío a los diferentes Electores de Destinos, quienes conducirían a estos jóvenes, al Laberinto. Lugar donde, en cada cruce de senderos, se encontrarían , al igual que un programa de computación básico, ante dos alternativas. Y luego ante otra, y otra, y así sucesivamente, donde entraría a tallar el poder de decisión de cada uno, dejando atrás todo ese tiempo de proyectos musicales. Convirtiéndolos en oficinistas, bancarios, universitarios, esposos, padres, pero ya no “émulos de Beatles”. Solo quedaría la música, que no era poco, los ahora DVD de las películas y el recuerdo del “haber querido ser”.
Los biógrafos aun no se ponen de acuerdo, si fue Brain Epstein, Neil Aspinall, Stu Sutcliffe o Mal Evans, el denominado “Quinto Beatle”. O aquí en nuestro suelo, donde desde hace años, lo tenemos a Badía. Pero, con suerte, y “con una pequeña ayuda de mis amigos” del INDEC, en merecimiento a tanta devoción y fidelidad, por ahí podamos colocar a Juanjo como el “sexagésimo Beatle”.
Feliz año 2010 para todos!!!
ResponderEliminar¡Sabados de super acción! ¡Toy viejo en serio, che!
ResponderEliminar¡Feliz año, compañero!
Bonita historia, socio. Pero para mí, el 5ºBeatle fue Billy Preston, que tocaba el piano en casi todos sus temas, aunque no apareciera en ninguna filmación (¿porque era negro?)
ResponderEliminarSemo viejos, semo. Yo también, en un relato, me referí a la marca Stromberg Carlson, pero refiriéndome a un "combinado", como se llamaba entonces a un tocadiscos con radio.
Qué épocas aquellas, en las que en la Argentina se fabricaban cosas como electrodomésticos, audio, televisión, y los grupos grababan sus discos con guitarras Faim.
Gracias por la nostalgia, un gran abrazo y feliz año.
Estimado Enrique: GRacias por los aportes, Preston tocó en Get back y Don´t let me down. Espero les haya gustado el relato socio, gracia spor la invitación, un lujo estar con uds. Feliz año.
ResponderEliminarAdrián: No fué mi intención hacernos sentir viejos, no lo somos, por favor!!! Solo somos memoriosos. Feliz año 2010.
ResponderEliminar¡Esa es buena! A partir de hoy, cuando me digan: "¡Tas viejo, che!", voy a contestar: "No, no estoy viejo. Toy memorioso."
ResponderEliminaruh, cuánta gente memoriosa... je.
ResponderEliminarcuántos recuerdos en tu relato, piper.. me gustó.
por otro lado, veo que de bitls te interesan, te recomiendo una pág de un gran amigo mío: http://www.jamondelmar.com/__index3.html
salutis!!!
Bien dicho Claudia ,somos todos "memoriosos". Gracias por el link, que tengas un muy buen 2010.
ResponderEliminarBueno, esteeee...yo de todo esto recién me estoy enterando, vieron? Es que soy tan young! jaja
ResponderEliminarPiper, bienvenido, socio y feliz estreno!
Me encantó, me encantó. The beatles forman parte de mi adolescencia, y me acompañaron obviamente toda la vida. Recuerdo la peli, pero por haberla visto cuando se estrenó en el cine de mi pueblo, que en ese entonces tenía dos funciones en continuado y con dos películas por el mismo precio. Otras épocas, si!
Yo, la menor de todas :-)
PD: Aclaro, cuando se estrenó la peli yo estaba en la pubertad, casi en pañales, eh? Tan vieja no soy. :-)
ResponderEliminarClaro, ahora son todos de los Parchis para acá. Con lo del cine en continuado y con 2 peliculas, te deschavaste sola. Feliz año socia, gracias por todo.
ResponderEliminarQue, ya no hay continuado con dos películas? :-)
ResponderEliminarGracias a vos por sumarte!
Mis amigos y yo íbamos a la función doble de la noche y llevábamos vino y sifones y en el entreacto cruzábamos a la pizzería de enfrente a comprar empanadas para comer durante la segunda película. Ahora te obligan a comprar el morfi dentro del cine y te ofrecen sólo pochoclo (perdón, pop corn, qué antiguo soy)y mariconadas por el estilo. Eran otros tiempos, sí...
ResponderEliminarY en el cine de Villa Urquiza, en las noches calurosas, abrian el techo y eso si que era un espectáculo...
ResponderEliminarY el pochoclo lo traíamos de casa.
Y mis viejos me llevaban al autocine a ver las pelis de Olmedo y Porcel, aquel autocine sobre la General Paz, en Saavedra, y yo me escondía abajo del asiento y veíamos la película comiendo los sanguchitos de milanesa de mi vieja.
No me hagan acordar que me pongo triste, mira...
....y yo iba al cine del club San Martín con mi vieja a ver las del clú del clan
ResponderEliminarwuaaaaaaaaaaaaa
No, no lloro, me impresiona que alguna vez me haya gustado Johnny Tedesco. :-(