Una mucama joven me abre la puerta del chalet y me invita a esperar en la recepción. La casa huele a esencias frutales y está perfectamente limpia y ordenada. Alcanzo a ver la sala principal que tiene detalles que me llenan de alborozo: gran cantidad de libros en los estantes, un centro musical rodeado de cientos de CDs, y obviamente una computadora encendida con salvapantallas de paisajes marítimos.
Espero exaltada, escuchando el latido de mi corazón, que parece chocar con las paredes de ladrillo para caer luego en la gruesa moquette. A esta altura una no espera conocer a un Brad Pitt, sino a alguien con quien poder tener una conversación amena durante la cena.
Lo conocí en mardel-chat, su nickname era Maratonista. Lo que más me atrajo en principio fue su sentido del humor. Es sabido que si un hombre te hace reír ya tiene el 50% ganado. Su humor era inteligente, autodirigido y muy original.
Entonces pasamos al Messenger, sin webcam. Odio las webcam, y él también.
Ahí nos enteramos que éramos vecinos. Si, su chalet queda a la vuelta de mi edificio, lo cual revalorizó el dicho "el amor puede estar a la vuelta de la esquina". Antes que nada, recordando terribles experiencias anteriores, me las arreglé para interrogarlo sutilmente acerca de sus hábitos de higiene y demás detalles que hacen a lo olfativo y pasó la prueba de fuego. Después de una semana de chatear continuamente, decidimos que era hora de conocernos y me invitó formalmente a su casa.
Y acá estoy. Esperando que aparezca atravesando la arcada de madera que une esta salita con la sala principal.
Siento pasos y me pongo de pie. Una ráfaga de perfume varonil antecede a quien se esta acercando. Vamos bien.
El anciano de cabello blanco con bastón se acerca lentamente y me extiende su mano derecha. Tiemblo. No se si salir corriendo o saludar. No se si reírme o llorar.
-Bienvenida, Princesa- me dice y le tiembla la mano al estrechar la mía- tengo dos noticias para darte, una es buena y la otra mala, como te imaginarás.
Yo no tengo voz, intento decir algo pero solo consigo abrir la boca y dejarla así, como una O.
-La buena es que yo no soy Maratonista- dice el anciano rápidamente.
- Ahhh- digo y más que decir es un suspiro de alivio.
- Y la mala...– dice y al mismo tiempo hace su ingreso la mucama que me había abierto la puerta, empujando una silla de ruedas.
- Hola Princesa. Perdón por no habértelo dicho antes, pero deduje que si te lo decía no vendrías nunca.
El hombre que está sentado en la silla de ruedas tiene la mirada dulce y es encantador. En sus manos tiene un ramo de flores que me extiende casi como un ruego. Es hermoso.
Empiezo a reírme, me río fuerte, me río hasta las lágrimas. Comprendo la ironía del nickname y me causa mucha gracia.
El también se ríe mostrando sus dientes perfectos.
Entonces me arrodillo y nos abrazamos.
aaayyyyyyy...... qué hermosooo!!!!
ResponderEliminarme encantó lils!!!
Viste Cla? este es mi costado tierno y romántico, que yo también lo tengo, che! Skål...!
ResponderEliminarno me cabe la minimísima dudaa!!! polirubro total!!! un placer..
ResponderEliminarDulce por donde se lo mire socia. MUy bueno. me encantó. El humor del maratonista para un premio.Congratulations.
ResponderEliminarPD Polirrubro total, cla, pareces Victor Hugo Morales con lo de "Barrilete cósmico"
Me encantó lo de polirubro total, me define bastante. :-) Piper, si hay algo que me mata de amor es la gente que se ríe de si misma y de sus aparentes limitaciones. Gracias Socio!
ResponderEliminarMuy buen relato, señora polirrubro, aunque la comparación con Víctor Hugo me parece excesiva, porque usted es mucho más guapa.
ResponderEliminarLo que me intriga es lo del interrogatorio sobre hábitos de higiene en una primera cita. ¿Tan roñosos los recibe?, ¿dónde va a ligar usted, al Ciencia y Sudor?
Le mando un beso con los dientes recién limpios y una sonrisa Odol.
jaja Enrique, lo del interrogatorio sobre hábitos de higiene es una referencia a otra historia mía que conté por ahí. Parece que al tío este lo había abandonado Rexona. Y vió? por un roñoso pagan todos!
ResponderEliminarLils: la verdad que de historias de chat ya no me sorprende nada!!. De todas formas, este final sí que no me lo esperaba. ¡¡Quiero saber qué pasó después!!
ResponderEliminarMe asusté un poco cuando dijo "entonces me arrodillé". Menos mal que luego siguió con un "y nos abrazamos", que sino...
ResponderEliminarBetu!! si este teclado hablara!! he he he!
ResponderEliminar¿que pasó después? tendrás que imaginarlo, para eso dejé el final abierto.
Adrián, usté hace horas extras para hallarle el doble sentido a todo? Si el tipo hubiera estado de pié sería otro cantar, pero estaba sentadito, hermano.
Que suerte que volvió antes de tiempooooo!! se lo extrañaba.
Adrián:
ResponderEliminarSemo unos mentes podridas, semo. ¿Sabe que yo pensé lo mismo?
Lils: No hace falta que el punto estea de dorapa, también puede estar sentado, lo vi en una peli protagonizada por un señor en sofá, una señorita de rodillas, una cerveza y un cacho de pizza. Se titula "Qué necesita un hombre para ser feliz"
Y si, Enrique: nosotros nos conformamos con poco.
ResponderEliminarSois unos básicos.
ResponderEliminarMi santa madre me lo decía, cuídate mucho Lils, de las malas compañías. Que bueno que no le hice caso.
Que dos.
Tres, Lils. Lo que pasa es que no quedaba muy fino, propio de una dama como yo, poner ese comentario como hacen estos hombres...juaz!
ResponderEliminarLo confieso!. Somos tres mentes podridas tres!
Y yo tan inocente. Snif.
ResponderEliminarBetu:
ResponderEliminarGracias por la solidaridad. Usted sí que sabe.
Lils:
¡Vaaaaamosss!
Mis aplausos señora, una fresca y tierna historia.
ResponderEliminarMe gusto mucho...
Hermoso relato..... con un final demasiado dulce.... pero nobleza obliga...y para ser honesta..... creo que somos 4 los mentes podridas juaaaaaaaazzzzzzzzzz Te dejo un beso nena!
ResponderEliminarNunca más un relato en primera persona donde la protagonista se arrodille. Caramba.
ResponderEliminarLils... o que sea hot sino, ¿no? jajajajajajajajaj
ResponderEliminarMentes podridas! así no se puede, ¿ahora entendes porque no escribo y solo leo?
Un beso !