25 ago 2009

LEY DE FINAGLE DE LOS NEGATIVOS DINÁMICOS

I


¿Algunos de ustedes conoce la Ley de Finagle de los negativos dinámicos? ¿No? Pues bien, esa ley dice: “Si algo puede salir mal, saldrá mal”.
Muchos creen que la frase pertenece a Edward A. Murphy Jr., pero no. Fue creada por un escritor de ciencia ficción llamado Larry Niven, tomando por base la frase que sí dijo Murphy: “Si esa persona tiene una forma de cometer un error, lo hará”.
Si, ya se, ustedes se preguntan que tiene que ver esto con la historia.
En verdad, nada; pero a la vez, todo.
¿Por qué?
Déjenme darles un consejo: Si te golpean la puerta a las tres de la mañana, no abras. Yo no tuve mejor idea que abrir y miren lo que me pasó.

II

Era un golpeteo constante.
Al principio creí que estaba soñando, pero cuando el golpeteo aumentó su fuerza, abrí los ojos.
Alguien estaba a la puerta.
El reloj despertador marcaba las tres menos diez de la mañana.
Me levanté y fui hasta la puerta así como estaba, en slip.
-¿Quién es?- pregunté medio dormido.
-¡Abrí, boludo!- me contestó la voz de Juan.
Abrí la puerta, decidido a recontra putearlo, pero verlo ahí parado con dos valijas me dejó sorprendido mal.
Antes que pudiera reaccionar, ya lo tenía dentro de casa.
Cerré la puerta y me lo quedé mirando.
-Tenes al amigo al palo. ¿Tan contento te pone verme?- me dijo, señalándome la cintura.
Me acomodé el ganso como pude dentro del slip, mientras Juan dejaba las valijas al lado de la mesa y se tiraba en el sofá.
-No te toques tanto que es peor- me dijo.
-¡La concha de tu madre! ¿Te me apareces en casa a las tres de la mañana y encima me das consejo de cómo acomodarme la pija? ¿Por qué no te vas un poquito a la mierda?
-Ta’ bien, no te enojes. Es tu chota, hace lo que quieras.
-¿Qué hacés acá?
-¿No ves las valijas, boludo? Paula me rajó de casa.
-¿Y?
-¿No me vas a dejar quedarme unos días?
-¿Cuántos días?
-Trescientos sesenta y cinco...
-¡Ni en pedo! ¡Sacá el culo del sofá y andá a buscarte una pensión!
-¡No seas hijo de puta, Nahuel! ¡No tengo un mango!
-¿Y vos queres que yo te mantenga? No, rajá.
-¿Y vos te decís mi amigo?
-Amigo, si; boludo, no.
-¿Una semana? ¿Me bancás una semana?
-¿Una semana?
-Una semana.
-¿Contando desde hoy?
-Contando desde hoy.
-¿Y después, chau?
-Después, chau.
-Juancito de mi vida, te voy a dar la oportunidad. Pero a la primera macana que hagas, te doy un voleo en el orto. ¿Tamo?
-Tamo.

III

Entre pitos y flautas, me terminé acostando a las cinco de la matina. Yo me levanto a las seis y media para ir al laburo, así que se imaginaran que tenía una palma encima que ni les cuento.
Me levanto para ir al baño y lo encuentro ocupado.
-¿Juan?
-¿Quién es?
-¿Cómo “quién es”, pelotudo? Salí del baño que me tengo que ir a laburar.
-Ahí voy.
Ese “ahí voy” fueron cuarenta minutos.
Aproveché ese momento para prepararme el desayuno, lavar los platos sucios de la noche anterior, y acomodar la ropa limpia.
-Listo, ahí tenés- me dijo Juan al salir del baño. Tenía una revista deportiva en la mano.
-Ya era hora, hermano- le dije yo.
Entré al baño y un poco más me desmayo.
-¡La reputisima madre que te pario! ¡Vos estás podrido por dentro, papá!- le dije, abrazado a la puerta y tratando de inhalar una bocanada de aire fresco y no contaminado.
-¡Eh! ¡Tanto quilombo por un garco! ¿Qué pasa? ¿Vos cagas con aroma floral?
-No. Pero tampoco huele como si me hubiera comido a mi abuela muerta hace veinte años.
-Bueno, perdoname. ¿Sabes qué pasa? Yo soy de culo sensible. Soy un relojito. Todas las mañanas hago mi caquita matinal, y después ando contento todo el día.
-Y yo soy de olfato sensible. Capaz que vos ya te acostumbraste a esta podredumbre, pero yo no. Ahora estoy apurado, pero cuando vuelva, vamos a tener que hablar. ¿Me escuchaste?
-Si. ¿Este café es para mí?
-No, es para mí. Si queres café, hacete.
-Ta’ bien. ¿Te puedo robar una de las tostaditas?
-No. Si queres tostadas...
-Si, ya sé: hacete.
-Aja.

IV

Por supuesto, llegué tarde al trabajo.
El jefe se me acercó como un tiburón oliendo la sangre, y me intercepto antes que pudiera escabullirme en el baño.
-Jimenez, llega tarde.
-¿En serio? ¿Y eso lo dedujo usted solo, jefecito, o alguien le tiró data?
-Esa postura no lo va a ayudar a escalar puestos en la empresa, Jimenez.
-¿Qué puestos, jefe? Somos tres gatos locos acá: usted, la mina que limpia, y yo. ¿Me deja pasar al baño?
-La empresa se va para arriba, Jimenez. Voy a necesitar una mano derecha.
-¿Otra más? ¿No le alcanza con la que tiene? El baño, jefe. Déjeme pasar al baño.
-Usted está para más, Jimenez. Lo único que necesita es un empujoncito.
-El empujoncito se lo voy a dar yo a usted si no se corre de la puerta del baño, jefe.
-Dejá el baño tranquilo, la puta madre, y dame bola a lo que te digo.
-El vocabulario, jefe. Ya le dije que entre nosotros debe existir el respeto ante todo.
-Discúlpeme el arranque verbal, Jimenez.
-Lo disculpo, jefe. Ahora, ¿puedo entrar al baño?
-Pase, Jimenez.
-Gracias, jefe. Deje que haga lo mío, y ya vuelvo con usted.

V

Mi jefe tiene una pequeña empresa de impresiones. Hacemos tarjetas, facturas, afiches, volantes, etc.
El jefe nunca se casó, pero para él esta es una empresa familiar porque dice que me quiere como a un hijo.
El negocio da lo justo para cubrir los gastos y dejar una pequeñísima ganancia.
Para mí está bien.
No me consume la ambición, con lo que tengo soy feliz. A algunos les sorprende esta postura. Allá ellos.
La cosa es que mi jefe siempre piensa que estamos a punto de dar el gran salto y empezar a ver plata en serio. Entonces, cada dos por tres, se pone muy hincha bolas y comienza a hacer planes locos, con reformas por doquier, y aumentos de sueldos, y nuevos puestos jerárquicos.
A mí mucho no me da pincharle el globo, entonces lo dejo que delire.
-Jimenez- me dijo apenas salí del baño-, creo que esta vez la suerte nos sonríe.
-¿Le parece, jefe? ¿No será que anda viendo mucha propaganda de dentríficos?
-No, Jimenez. Veo la luz delante nuestro. Sólo hay que seguirla.
-Y después escribimos un libro como el Víctor Sueiro.
-¿Quién es Víctor Sueiro?
Mi celular no dejó que le contestase la pregunta a mi jefe, ya que en ese mismo momento comenzó a sonar.
-¿Me permite un segundito, jefe?
Miré el número.
Era mi casa.

VI

Contesté con las bolas en la garganta, preparándome para que me digan que en mi casa, de incendio para arriba, había pasado algo.
-Hola- dije.
-Hola. ¿Nahuel?
Era Juan. Su voz parecía tranquila. Me relajé un poco, pero sólo un poco.
-¿Qué pasa, Juan?
-Nada. Bueno, si. Estaba pensando que ya que vos me abriste la puerta de tu casa, de alguna forma quiero demostrarte mi gratitud. Y pensé que tal vez, si vos querés, podría hacerte la comida para esta noche.
-¿En serio?
-Si.
-¿Vos sabés cocinar?
-Me defiendo. Mi especialidad son las pastas. ¡Hago una salsa rosa de puta madre!
-Y bueno, si vos te ofreces...
-¡Te vas a chupar los dedos!
-Bueno, Juan. Ahora te dejo porque estoy laburando. A la noche nos vemos. No hagas quilombos.
-Cuchame una cosa...
-¿Qué pasa, Juan?
-El tema de la plata. Yo no tengo un mango para comprar las cosas que necesito.
-Que raro. Mirá, ¿viste la alacena encima de la heladera? Abrí la puerta de la izquierda y vas a ver una lata de tomates. Dentro de la lata hay plata. Sacá lo que necesites y traeme los ticket de las compras.
-Listo. Te veo a la noche.
-Nos vemos.
-¿Nahuel?
-¿Si?
-Gracias por bancarme.
-Todavía tengo mis dudas si fue una buena idea, Juancito. Nos vemos después. Chau.

VII

Llegué a casa a las nueve y media de la noche.
Apenas abrí la puerta, el olor de la comida me hizo dar hambre.
Fui hasta la cocina. Sobre las hornallas había dos ollas grandes. Una tenía ravioles, que se hacían en el agua caliente. La otra tenía una salsita de aroma exquisito. No pude contenerme y mojé un pedazo de pan en la salsa. Un espectáculo.
Miré alrededor. La cocina brillaba de limpia. Solamente había un plato en la mesada, sobre la que descansaba una cuchara de madera, con la que seguramente revolvía la salsa.
Quizá me equivoqué con este muchacho, pensé.
Pero algo no me cerraba.
Y ese “algo” era que no lo veía por ningún lado al muchacho en cuestión.
En el living no estaba.
Enfilé por el corredor que llevaba a mi habitación.
Unos gemidos me paralizaron a mitad de camino.
No puede ser tan hijo de puta...
Pero tal parece, sí que lo era.
Entré a mí habitación de una.
Ahí, en mi cama, retozando en pelotas y garchando como conejos, el Juan y una minita.
-¿Qué estás haciendo, pedazo de hijo de puta?
-¡Pregunta pelotuda, Nahuelito! ¿Qué te parece qué estoy haciendo? ¡Cogiendo!
-¡Pero esa es mi cama!
-¿Y dónde queres que coja, papá? Dejate de decir boludeces y prendete al garche indiscriminado. Dale, ponete en bolas.
-¡Ya mismo se están vistiendo y rajan de acá!
-Pero cuchame...
-¡YA!

VIII

La minita se terminó yendo.
Juan y yo comimos en el más absoluto silencio.
Debo admitir que los ravioles estaban muy buenos.
En el momento en que estábamos lavando los platos, decidí tomar el toro por las astas.
-Bueno, Juan...
-Te pido mil disculpas, Nahuel. En serio te digo. Me equivoqué, lo admito. Me tomé demasiada confianza y estoy muy, muy arrepentido. Te juro, te prometo, que no va a volver a pasar.
-Por supuesto que no, Juancito. Esta es la última noche que pasás acá.
-No me hagas eso, Nahuelito. ¡No tengo donde ir! ¡Teneme piedad!
-Tuviste la oportunidad y la echaste por la borda.
-¡No! ¡Al Borda, no!
-No ese borda, la otra borda. ¡Dejate de decir pelotudeces! ¿Pero qué te pasa a vos? Te me apareces en mí casa a las tres de la mañana, me prometes no zarparte, y lo primero que haces es traer a una mina para cogértela en mí cama. ¡En mí cama! ¡El único que coge en mí cama soy yo! Entonces, dadas las circunstancias, esta es tú última noche acá. Mañana juntás tus bártulos y a buscarse otro techo.
-Ta’ bien, me lo merezco. Tenes razón.
-Por supuesto que la tengo. Ahora me voy a dormir. ¿Cambiaste las sábanas como te dije?
-Si.
-Mejor. Hasta mañana, Juan.
-Hasta mañana, Nahuel. Che, Nahuel...
-¿Qué?
-Gracias por todo. Y perdoname.
-Claro.

IX

Yo debo ser muy boludo porque les juro que el ataque de conciencia que me agarró no me dejaba dormir.
Al final me levanté.
Juan estaba dormido en el sofá cama.
Abrí la puerta de calle y salí.

X

Me levanté a la mañana con más sueño que nunca.
Encontré a Juan en la cocina. Había preparado el desayuno. Al costado de la mesa estaban sus dos valijas.
-Buen día- me saludó.
-Buen día, Juan.
-Preparé el desayuno.
-Ya veo.
-Y tengo listas las valijas.
-Ya veo.
-Desayunamos tranquilos y después me voy. Te quiero pedir una cosa, Nahuel.
-¿Qué?
-No quiero despedidas. No quiero que te pongas sentimental y hagas escenas de las que después te puedas arrepentir, ¿sabes? Salimos, nos damos un apretón de manos, y ya está.
Abrí la boca para contestarle y justo golpearon a la puerta.
-¿Esperas a alguien?- pregunté.
-No es mí casa. Seguramente es para vos.
-Son las siete y media de la mañana. Nadie en su sano juicio viene a verte a las siete y media de la mañana. ¡Ah, por supuesto: a no ser que seas vos! Pero tu horario es a partir de las tres de la mañana. Haceme el favor de fijarte quien es mientras levanto las cosas del desayuno. ¿Puede ser?
Me levanté de la silla y empecé a llevar las tazas y los platos a la pileta.
-Está bien, voy- dijo Juan.
Abrió la puerta y se encontró cara a cara con Paula.
-Hola, Juan.
-¿Paula?
-Tu perspicacia nunca deja de sorprenderme, Juan.
-¿Qué hacés acá?
-Vine a buscarte.
-¿Pero cómo sabías que estaba acá?
-Nahuel.
-¿Nahuel?
-Vino a casa anoche.
Juan me miró por sobre el hombro.
-¿Fuiste a verla anoche?- me preguntó.
-Si- le contesté.
-¿Por qué?- me preguntó nuevamente.
-Para decirme que sería muy tonta si te dejaba ir. Que nunca había visto a un hombre tan enamorado, y hablar tanto de una mujer: “que Paula esto, que Paula aquello”- contestó ella.
-¿Qué?- dijo él.
-¿De verdad pensabas tanto en mí?- preguntó ella.
Juan me miró. Yo asentí con la cabeza.
-Claro, mi vida- contestó.

XI

En resumidas cuentas: tomamos otra ronda de café, charlamos un poco, ellos rieron como marmotas, se besaron y se dijeron lo mucho que se extrañaron.
Ya en la vereda, mientras cerraba la puerta, Juan se me acercó y me abrazó.
-De verdad sos un amigo. No se como agradecerte- me dijo.
-No volviendo a golpearme la puerta a las tres de la mañana sería un buen comienzo.
-Echo. Para la próxima, ¿cinco y media te parece bien?

Epílogo

Bueno, esto es todo.
Alguno se estará preguntando, todavía, que tenía que ver la ley Finagle de los negativos dinámicos en todo esto.
Ni puta idea.
Pero algo aprendieron hoy, ¿no es cierto?
Esto es para los que dicen que los blog estupidizan.
Acá, en el Octavo Círculo, estamos para dar un servicio a la gente.
Pero claro, esto lo dice un mentiroso y fabulador.
Tampoco es para que me crean demasiado...

22 comentarios:

  1. La sinceridad ante todo: este relato tuvo su génesis por un comentario del compañero Howlin en el post titulado "Memorias de una tarotista frustrada", de la compañera Lils, aquí, en el Círculo (entre tanto "compañero" y "compañera", esto ya se parece un mitín peronista. Pero bueno, eso ya es otro tema).
    La cuestión es que ese comentario me causó tanta gracia, que el espermatozoide de la idea primigenia penetró el ovulo de la parte de mi cerebro que se la da de escritor(perdón por la metáfora, no se me ocurrió otra), y salió esta historia.
    Espero que se hayan divertido leyéndola.
    Besos a todos.

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  2. Don Checho, es ud. muy ocurrente, en la oficina me miran como pensando ¡esta vieja está chapita! porque me ven matándome de risa (mientras leo sus escritos), muy bueno, besos

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  3. anhir21: Me alegro que le haya gustado. La idea es que pasen un momento agradable. Si lo logré, me doy por satisfecho.
    Besotes.

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  4. jajajaja entre la ley de Finagle, el óvulo y el espermatozoide y la calificación de "compañero" me hice un enredo que no se di reírme o aplaudir...jajaja
    Que lo parió! ¡todo eso le surgió de un comentario de Howlin? jajaja
    Una vez leí un reportaje a JJ Abrams, uno de los guionistas de Lost, donde decía que él desde chico no podía evitar que a partir de un hecho mínimo le surgiera toda una fantasía de hechos posteriores y armaba en su cabeza una historia, por eso dijo, que si no se hubiera dedicado a crear ficción habría sido un mentiroso compulsivo. Algo de eso hay en nostros, creo. :-)
    Me encantó!

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  5. Clap, Clap, Clap!!!!!!!!!!!
    maestro!!!!!
    besos
    glo

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  6. Glo: Gracias, gracias. Yo tengo la humildad de los grandes.
    Beshotes, Mamaza.

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  7. Encantóme! Ojalá ese tipo de situaciones resultara de resolución tan sencilla... Pero sobre todo quiero destacar el juego de situaciones llevadas al absurdo, no como pasan en realidad sino como deberían pasar si uno no respetara la hipocresía de los convencionalismos sociales. La escena en la puerta del baño con el jefe es memorable. Felicitaciones!

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  8. A mí también me gustó la relación con el jefe, algo nuevo... muy bueno Don Checho como se corre de lo habitual...
    A veces se establecen las relaciones menos pensadas con las personas también menos pensadas... eso es lo bueno de vivir, o de escribir, siempre sorprende.
    Cariños,
    Ceci

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  9. Lils: Que el J.J. Abrams se ponga las pilas y empiece a concebir "La Torre Oscura" de una vez.
    Y todo surgió de ese comentario de Howlin, si. ¡Pobre Howlin!
    Besos.

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  10. Howlin: Solamente con el absurdo se podía contar esta historia.
    Los diálogos que mantiene Nahuel con el jefe son los mismos que mantengo yo con el mío. Cuando leyo el cuento, me dijo: "¡Hijo de puta, ese soy yo!". Y, sí.
    Abarazos.

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  11. Milky: Yo pienso (algunas veces me pasa) que cuando entran a leer algo mío no tienen ni idea de para donde voy a disparar. Eso creo que es bueno. Hasta ahora va gustando. Veremos que pasa.
    Besos.

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  12. Sí, parece que la receta es buena. Equipo que gana no se cambia, así que a seguir así. Muy buen relato y muy divertido. Un abrazo veloz, que me voy pa los Madriles.

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  13. Enrique: ¿Le gustó? Me doy por bien pagado, entonces.
    Abarazos, Don Enrique.

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  14. guenísimo chechus!!! esos diálogos son espectaculares... y es verdad que no se sabe para dónde disparan! atención total. congratulations y saluttis!!!!

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  15. Cla9: "El Sorprendente", me dicen.
    Es una sorpresa que este muchacho sepa escribir...
    Besos.

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  16. Adrián o don-checho, cómo quiera llamarse. Mi felicitación!! Ja,ja,ja...!!! Me desternillé. Caí en el suelo de la risa hecha un ovillo. Ángeles

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  17. Angeles: Espero que no se haya lastimado al caerse, mi estimada.
    Me alegra que le haya gustado y la invito a seguir leyendo aquí, en el Círculo.
    Besos.

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  18. ajajajajajajjajajaj quien no tiene un amigo zarpado como Juan?
    Adrian.... mentirosos y fabuladores hay mucho. lo bueno es que convincentes como vos conozco pocos.... y el final.. ataque de conciencia le dicen! Congrat`s.. me parecio buenisimo. Besos!

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  19. Connie: ¿También por acá? Guarda que mucho de golpe puede hacer mal, eh.
    Me alegra que le haya gustado. Uno hace lo que puede para divertir un poco.
    Besos.

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  20. Adrián , no quiero importunar... no me pidas a esta altura de mi vida (yo también usaba el mismo papel de calcar,querido) que regule los excesos no? Me pasa que leo tanta cosa en los blogs, que cuando encuentro material acorde a mis necesidades, ahí me quedo...
    Ya soy su fan, anóteme para el fan´s day! juaazzzzzzz Besotes!

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  21. Connie: ¡pero mire si usted va a importunar, mi querida! ¡Nada más alejado de la realidad!
    Todavía no tengo club de fans. Tengo club de acreedores tratando de cobrarme, eso sí.
    ¡Aguante el papel manteca!

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  22. Si ves que es necesario anotarme en el club de los acreedores hasta tener club de fan .. dale gas! jajaj lo que si lo del papel manteca nos pone en evidencia.... eso no es mejor exponerlo en ¿"cosas de viejos"? Besos !

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