9 ago 2012

CAUSALIDAD




Cuando la mató no sabía lo que hacía. No existen crímenes perfectos le dijeron, asimismo las pruebas en su contra resultaron demasiado vagas. Se convenció. No le resultó difícil creer en las casualidades, justamente aquella tarde la escopeta estaba cargada, ella estaba parada en el lugar equivocado y por si esto no alcanzara no era un asesino. Tuvo suerte porque su hermana, “la devota, le hizo rezar varios "padres nuestros" por las dudas y la víctima no tenía familia.
Alfonso Reyes siempre había sido un cobarde, por eso se compró una escopeta y se sintió mejor. Paseó su arma en el estuche verde que la hacía más importante, la lustró  con una gamuza especial que había comprado para ese ritual cotidiano, que se instaló entre su días mientras le hablaba como nunca le había hablado a nadie, y hasta durmió con ella. Nadie se asombró de su sonrisa, ni del brillo inusual de sus ojos grises, ni de su ropa nueva. Tampoco imaginaron que aquel objeto prohibido pudiera causarle tamaño enamoramiento e incluso llegaron a pensar en una mujer.
Juana Rodriguez, vendía flores en el Boulevard. Las comparaba en el mercado a la mañana muy temprano y caminaba feliz hasta la parada de siempre. No se le conocían familiares ni amigos pero dicen algunos vecinos que nunca dejaba de conversar con cada una de las personas que se cruzaban en su camino. Acomodaba las rosas entre papeles brillantes, y hasta tejía muñequitos de colores a dos agujas para cualquier acontecimiento que necesitara un ramo especial. Soñaba simple, soñaba sonrisas.
Tenían la misma edad y nunca se habían mirado a los ojos, hasta que esa mañana de Julio los unió. Alfonso aprovechó la huelga y el barniz marino que le había regalado Don José para acariciar con un pincel que tenía guardado, la madera. “Vas a ser la más hermosa” le dijo mientras pintaba cuidando sus caras de ambos lados. La dejó secar al sol, mientras Juana al llegar a la esquina de siempre y encontrarse con aquel vendedor de medias que había estirado su paño, dejó de sonreír por un pequeño instante, los cuatro niños que paraban con sus manitas a los conductores que pasaban la hicieron caminar una cuadra más y buscar otro lugar para sus flores.
Ambos se alegraron por el sol que les quitaba de golpe el frío y la humedad que la lluvia había instalado en sus huesos. No parecían jóvenes pero aún lo eran.
Cuando la madera, ahora brillante, de la escopeta estuvo lista, Alfonso quiso más y tomando del cajón de su dormitorio la cajita de balas que nunca había tocado, la colocó con cuidado en el interior del arma. Ahora no volverían a llamarlo cobarde. Apuntó a la ventana cuando uno de sus ojos como si estuviera poseído por un caleidoscopio, divisó el jazmín.
Juana acababa de llenar su jarra de agua, tenía un bidón que cargaba como a un río de esperanzas cada día. Mojó con cuidado los tallos de las rosas cuando vio el jazmín separado del resto.
La única bala que atravesó el aire aquella mañana bajó desde el tercer piso de una casa de departamentos, y se alojó que la cabeza de la mujer dejándola sin vida.
Una extraña fragancia a jazmines inundó la escena.

7 comentarios:

  1. "y se alojó que" supongo que debe decir "se alojó en la cabeza"
    Por lo demás, me pareció breve e intenso, muy bueno Bibi.

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    1. Sí Lils hay algunos otros errores que tengo que corregir!!! Breve el cuento y el momento de la escritura pero de ansiosa nomás :)
      Besosssss Y gracie!!!

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  2. A breve e intenso... yo le agrego, "frío, crudo y aromático". Pólvora y Jazmines.
    :)

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    1. Me gusta esa lista!!! Pólvora y Jazmines qué buen título para un guión !!!! Gracias Walter!!!

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  3. y a breve, intenso, frío crudo y aromático le agrego qué bueno ser testigo de que las casualidades no existen!
    salutes bibi!!!

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  4. Por eso el título enfrenta a la historia porque las casualidades no existen!!!! Y que siga la lista !!! Besosssssssss

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  5. Violenta cotidianeidad en la que estamos inmersos. Me gustó la mezcla de lo simple con lo irreal (que se vuelve real).
    ¡Saludos!

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